Habrán notado, que este blog se tomó una pausa. El hastío de hablar de siempre lo mismo (precariedad laboral, desrealización personal), llevó al autor del mismo, a tomar distancia y re-plantearse el objetivo del blog. En un intento de darle un viraje más científico, empezamos esta nueva etapa del blog trazando lo que se espera: un blog sobre variedades, unas científicas y otras de medicina.
La evidencia científica es una metodología que permite concluir en base a datos, contrastes estadísticos y estudios, para aceptar o refutar hipótesis planteadas en el inicio de un estudio. Evidentemente que es una metodología compleja y que hay conocer tanto para ejecutar como para entender los resultados obtenidos; en resumidas cuentas, esta metodología persigue una integración de la experiencia clínica individual con los mejores datos objetivos y así optimizar la resolución de decisiones clínicas. Los datos que se manejan derivan de ensayos clínicos controlados, estudios de investigación secundarios, procesos de farmacovigilancia postcomercializacion, meta análisis, revisiones sistemáticas.
Esta herramienta de validación, nos permite apoyar nuestro incesante cuestionamiento constante de todo lo que nos rodea: desde lo mucho o poco que sirven las estatinas, hasta cuan útil son los derivados del cartílago, o tomar la tensión en consulta para hacer el diagnóstico de hipertensión. Huelga decir, en este ligero acercamiento a la evidencia científica, que más allá de sesudos planteamientos o complicados cálculos, está el paciente con sus preferencias, singularidades, opiniones. Así pues la evidencia científica es una herramienta, y el sentido común es el regente final.
Sin ánimo de oscurecer este texto con tratados estadísticos para la elaboración del mismo, vamos a plantear un supuesto. Supongamos un producto X. Este producto esta destinado a aliviar el dolor articular. El producto X es estupendo, tanto que es un conglomerado de moléculas de nombres dispares. Conoce usted mas de 4 familiares que se lo toman, y según ellos han retomado las clases de claqué, y usted que tiene los mismos padecimientos, ¿se lo tomaría? -a lo mejor no hay datos consistentes para arriesgarse a tomarlo, es su salud... o quizás haga usted un acto de fé pensando en que si a sus familiares les ha servido.
Se me ha olvidado contarles, que el producto X se vende en parafarmacias, por una empresa alemana de nombre impronunciable, que alegan ser naturistas y buena gente, que usan plantas diluidas para confeccionar sus productos. ¿se lo seguiría tomando?
Avala la efectividad del producto, mas de mil enfermos satisfechos y sonrientes (si los mismos que salen en el anuncio de la TV hablando de las virtudes del Whisper XL)
Supongamos un producto B, confeccionado por un modesto Laboratorio andaluz, acompaña al producto para el mismo fin, una aburrida ficha donde se detalla: composición molecular (toda quimica, que asquito), así mismo, la bibliografía en la que se basa, así como toda una serie de nociones extrañas y cálculos con términos como NNT, distribuciones aritméticas, contrastes estadisticos, acompaña también una ficha donde se detalla:
· indicaciones
· posologia
· efectos secundarios
· efectos adversos
· contraindicaciones sobre el embarazo
· posibles efectos adversos
En la experiencia de uso se dice que se ha usado una muestra de 550 pacientes, en un ensayo clínico doble ciego, y que las diferencias del producto B son ESTADISTICAMENTE SIGNIFICATIVAS con respecto a placebo o al no tratamiento.
¿Cual de los dos usaría usted? si prefiere el tratamiento con el producto X, tiene usted toda la razón de procesar la fé que quiera, pero permítame decirle, que su elección no se rige por métodos científicos, más bien su elección viene condicionada por: marketing, efecto vecinal, o mera cuestión de creencia (les recordará el mecanismo a de las estampitas de la virgen).
Si usted prefiere considerar la documentación acompañante al producto B, y en base a los detalles concluidos, elegir o no tomarlo, y si y sólo si, usted entiende de liturgia sanitario-estadística (y si no para eso están su medico, enfermero o farmacéutico), su decisión se basa en una metodología científica, donde la EFECTIVIDAD HA SIDO DEMOSTRADA.
Evidentemente, cada uno es totalmente libre de profesar la fé que quiera. Pero a los sanitarios no se nos paga por chamanismo, ni habladurias pero, por llevar la ciencia en nuestras consultas, y que la ciencia respalde nuestros actos, así basados en un paradigma tan conciso como el científico, se pueda aprobar o refutar con argumentación lógica y rigurosa nuestra actuación.
Por lo tanto seamos concisos en los términos:
UN MEDICAMENTO es MEDICINA cuando ha demostrado efectividad.
LA MEDICINA es una CIENCIA
LA CIENCIA es rigurosa, demostrable y refutable.
"LA CIENCIA FUNCIONA CREAS EN ELLA O NO" - Arturo Quirantes.
(@elprofedefisica) http://naukas.com/2013/12/05/las-bases-fisicas-de-la-homeopatica-el-articulo-rey/ …
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