Me dirijo a usted, usuario legítimo de la sanidad pública. Con el debido respeto y a sabiendas de su completo derecho a usar estos servicios garantizado por la constitución española, permítame explicarle esta revolución de las batas blancas.
Ya desde septiembre, y en plena fiebre del recorte, se propusieron una serie de medidas destinadas, a paliar una gestión sanitaria discutible (concretamente la 21 de 25 a nivel europeo), a modo de grosero resúmen:
-desproveyeron de asistencia, al senegalés que vende pañuelos en el semáforo del barrio por inmigrante e ilegal.
- desfinanciaron fármacos con dudoso criterio, dejando sin embargo otras cochinaditas bajo financiación aún habiendose demostrado que carecen de evidencia científica.
- le negaron asistencia sanitaria a gente como mi hermano: arquitecto recién terminado sin haber podido trabajar previamente (menos mal qu esta medida luego se la pensaron).
- a muchos nos hicieron contratos mensuales, o trimestrales los mas afortunados en cuantía de 50% (es decir que para cotizar un mes de desempleo, tenía que trabajar dos meses), y a pesar del apellido percentual, hicimos mas guardias que nadie, para luego terminar en la calle sin miras ninguna de futuro profesional claro.
- empezaron a dejar en manos de compañías privadas centros hospitalarios de manera dudosa sin ofrecer dichos centros a concurso.
- disminuyeron los contratos de personal eventual al 75% (obviamente cada vez mas las plantillas son de eventuales, puesto que el estado es incapaz de convocar oposiciones).
- despidos en masa de sanitarios: médicos, enferemeria, auxiliares y celadores
- clausura de centros sanitarios
- supresión de pagas extraordinarias
- disminución del sueldo y aumento de las horas de trabajo.
Bien es cierto, que en estos días inciertos, sobrevivir se ha convertido en un arte. Pero convendrán conmigo que a nadie le gusta, que le obliguen trabajar igual o más por menos dinero además de retirarle todo aliciente extra.
Convendrán igualmente que, la cesión de la sanidad pública a manos de entidades privadas, es un acto cuanto menos dudoso, y cuanto mas, ilegal.
Por todo esto, y otras tropelías que no atañen demasiado al usuario, todos los sanitarios nos hemos volcado a la calle en múltiples ocasiones en las últimas semanas; unas veces, como ciudadanos para protestar contra los recortes y blasfemias en las esferas de lo social y el bienestar, y otras veces como profesionales de la salud para poner el punto de atención en una gestión que traerá nefastas consecuencias.
Sepan, que nos preocupa muchísimo su salud, y que nadie mejor que nosotros, los de fonendo al cuello diario, para saber que hace falta para poder desempeñar un trabajo en condiciones dignas, para que ustedes, usuarios de la sanidad pública tengan toda la atención que merecen. Es evidente que no pretendemos ser heroes, ni bienhechores del bien mundial, pero como ustedes, pretendemos sacar adelante nuestro trabajo de la manera que sabemos; con honestidad, con tesón y con esfuerzo.
Sepan que si esperan mucho en urgencias, o no les llaman para la operación que están esperando, o su médico sólo puede hacerle la visita domiciliaria a partir de las 14h, no es porque no quiera, no es porque sea un vago (que haberlos, haylos), si no en la mayoria de los casos, es porque trabaja en condiciones de precariedad, y si sale el trabajo adelante es por un gran esfuerzo personal de sus sanitarios, cuya finalidad es la de hacer el trabajo lo mejor posible.
Es por ello, estimado ciudadano que me dirijo a usted. No tiene sentido esta revuelta, si no contamos con su beneplácito, con su colaboración. Es usted la pieza angular de la asistencia médica. Y es SU sanidad pública, la que a usted pertenece por derecho y por ley, la que está amenazada de caer en manos que expoliadores, que tratarán con términos economicistas su salud.
Salga a la calle, UNASE A LA REVOLUCION DE LAS BATAS BLANCAS, es el momento de estar al lado de su médico, de su enfermera, de sus sanitarios, no por ellos, ni por la sanidad, SI NO POR USTED SU FUTURO y EL DE SU FAMILIA, defienda SU sanidad pública. Que no se la arrebaten ni la precaricen.
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