martes, 25 de enero de 2011

Cuaderno de los putrefactos: VIII. Igualdad y fraternidad

En estos tiempos convulsos, donde el escaparatismo es un imperativo, se ha preferido el modelo yankee lamentable del single out, donde parece que solo se disfruta lo individual, desde lo singular. Se ha perdido el concepto de conjunto, el valor del equipo, el sentido de la unión. Paradojicamente el hombre pretende actuar desde esa separatidad, pretender estar en pareja desde su separatidad, pretender amar desde su singular posición, prefieriendo el sentido del "Yo" al "Nosotros". Estupidamente se ha engañando con que supeditar un nosotros es perder la identidad propia, cuando la realidad es que cuando la colaboración a ese "nosotros" es tácita y adrede, la identidad lejos de perderse, consforma junto con el resto del equipo, una amalgama del todo interesante, creando una super identidad, lejos de aplastar identidades en favor de otras.

El hombre pretende amar desde su separatidad. Menuda paradoja! Como se puede amar desde el paradigma de uno mismo? Porque esa separatidad se ha impuesto tan cruelmente? La imposición de la separatidad, no obedece nada mas que a una atrofia del razonamiento, y es que, las grandes revoluciones, se hicieron sin separatidad ninguna, el colectivo, convencido del proceso y con el objetivo claro, no admitia diferencias dentro de este "todos somos iguales y todos luchamos por la misma causa." Si bien en la situacion de revolucion es mucho mas sencilla porque la causa es clara, en el dia a dia, se podria sublimar ese muro brutal, como es la separatidad (o necesidad de sentirme a parte del mundo), mediante el concepto de igualdad. Hoy en dia, nos da terror considerar al vecino un semejante, un igual a nosotros. Es por eso, que la solidaridad esta en franca crisis (vease las campañas cada vez mas desesperadas de las ONG), nos cuesta mucho "ponernos en la piel del otro" ni tan siquiera para reconsiderar la postura propia, y los que se proclaman solidarios, rezuma sus transfondo con un sentido judeo-cristiano de culpa y redención, debido a que el necesitado de solidaridad, es considerado implicitamente inferior, y es que el concepto de IGUALDAD da panico. 

Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos.”
Asi esta frase, actualmente resulta en paradoja, pero no por la naturaleza del hombre, si no por la absurda definición del "yo" a costa de la inferioridad del resto. El asiento de este agravio comparativo supone  tranquilidad. Sin embargo, pese a quien pese, todos los seres humanos somos iguales en tanto que condición. Es sin duda la gestión propia, la que arruina la potencialidad de las oportunidades, y matiza aun mas las diferencias, entre semejantes, pero si no se le diera tanto campo al miedo y no se permitiera la separatidad, cambiando de raiz la conceptualizacion del "yo mismo" no con respecto al grupo si no con respecto a la esencia, sin duda se llegaria a la conclusion de "yo soy yo y mi circunstancia (entiendase por circunstancia el sentido mas cartesiano: mi capacidad de pensar y razonar, o al menos el intento)" y no al aberrante "yo soy yo, porque me distingo del grupo que me rodea". La prueba es, que las grandes revoluciones se llevaron a cabo, cuando no habia esa necesidad de distinción del grupo, si no, cuando se ha cultivado desde un sentido equitativo "yo, soy yo mismo, y convivo con mis semejantes" lo que en otras palabras viene a ser la fraternidad.

La igualdad, establecida, permite toda una serie de actos concordantes, sin necesidad de medir ni buscar la diferenciacion, buscar quien es mas que otro, es sin duda una parte de renunciar a la esencia humana, y compararnos en cierto modo en terminos economicistas, lo cual resulta una gran aberración, ciertamente arbitraria. Si la esencia humana se define por la capacidad de razonamiento, el limite del mismo se define por la capacidad de fraternización, pues de esta manera, se conoce donde empieza y termina el propio YO, colindando con el YO del vecino. Son las falsas percepciones de desigualdad, las que permiten comportamientos abusivos. 



Es licito renunciar a esa igualdad y fraternidad, por defecto inherente a todo ser humano? Sabiendo que la licitud viene definida tal que: 

(Del lat. licĭtus).
1. adj. Justo, permitido, según justicia y razón.
No se puede decir que la razón permita dicha renuncia, por lo tanto, renunciar a la condición de igualdad , es posible, pero no licito ya que presupone una renuncia a la condición de ser humano.Por lo tanto "La primera obligación de la igualdad es la equidad" Victor Hugo, la igualdad lejos de ser una utopia, es el asiento para la equidad entre semejantes, debe buscar  dicha equidad entre semejantes, y ese concepto solo se impulsa mediante la fraternidad. Los trabajos del Franz Boas, aseveraron, que sin la intervención politica, y bajo la simple optica de la etica, todos partimos de las mismas condiciones de base y lo unico importante es la gestion de dicha situacion basal equitativa. Asi, depende de cada individuo "cada yo pensante y autonomo" el tener presente esa etica, sin dejarse llevar por miedos ni sensacion de despersonalizacion que lleva a aberrantes situaciones de abusos, o actos peyorativos hacia el resto. Esto quiere decir, que la empatia ha de ser una maxima y no, un concepto asociado implicitamente a los valores influenciados por la tradicion judeo cristiana de nuestro tiempo. Asi, enraizado en la empatia, esta, debe de ser motor suficiente, para levantar del suelo tendiendole una mano a quien ha decidido abandonar, y renunciar a "su lado humano". De la misma forma, no se puede permitir si se tiene concepto de fraternidad, que una mente se disloque de puertas para adentro, "que en su casa haga lo que quiera, el vera" es una renuncia verbal a la fraternidad, elemento de conjuncion necesaria para el avance. Renuncias a la fraternidad, son las que han provocado la segmentacion de nuestra social y escala de valores. Despues de todo, quien no cuidaria a un hermano? (y mucho mas cuando este ha decidido abandonarse...)




"Si se investiga en qué consiste precisamente el mayor bien de todos, que debe ser el fin de todo sistema de legislación, se hallará que se reduce a estos dos objetivos principales: la libertad y la igualdad."Jean-Jacques Rousseau

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