Luego paseamos, aceleraba el ritmo esperando que no se notara mi emotividad desbocada, nunca baje ese paseo con tanta angustia, como quien se sujeta las tripas para no desbordarse.
El banco fue el final del paseo, una vuelta a los abrazos a los besos, tanto cariño tanto afecto, verbalizado que nos queremos ambos...porque obligas a que nos echemos de menos?
Sus lagrimas decían lo contrario, su dilatación del tiempo agarraba mis manos mis brazos tocandome como si no fuera real como si fuera su sueño, como si estuviera memorizando lo que se iba a obligar a perder. Lo que sabia que estaba perdiendo...
Los silencios marcaban un ritmo incomodo, impertinente para dar paso a los lamentos que sirve la encrucijada ante la cual hay que elegir; un no, o un si..............y todo recobra orden.
El amor, cuando duda, no es amor, sólo esa búsqueda patológica de cariño de la que padecemos las personas...
ResponderEliminarMerecen la pena mejores puertos, pirata...
Sin duda, por eso entre líneas habla del trabajo bien hilado del, protagonista, silbando a por otros mares cerrando capítulos con la elegancia de un escritor clásico.
ResponderEliminarme encanta el escritor de esta historia, con su permiso la he reproducido aqui.
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